sábado, 29 de septiembre de 2012

PIEDRA LIBRE




Lo grandioso de aquella era fue que no sabíamos en qué mundo estábamos creciendo y viviendo…
No había horarios, no existían las rejas ni los candados…
No sabíamos a qué hora regresar a casa, salvo que el sol nos avisara al esconderse…
No conocíamos el miedo, no existían los secretos…
En ese entonces, todo era posible…
Jugar exigía escondernos para encontrarnos…
Emocionarnos con descubrir otro insecto que la tierra nos regalara, otra estrella  para reflejarnos en las noches de verano…
Cantos, disfraces, velas encendidas en cada Navidad…
Nuestros únicos refugios eran papá y mamá, y los únicos sonidos bien conocidos eran las propias risas de acuarelas y disfraces…
Teníamos día tras día una sola y única meta: correr disfrutando, para llegar a gritar: ¡piedra libre!

Bendita niñez… esperando que la vida sea siempre llegar a susurrar desde el alma y hasta el final, solamente:
¡Piedra Libre!


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