domingo, 16 de septiembre de 2012

ROSTROS


ROSTROS


Laura siempre se preguntó por qué todos lucimos tan diferentes. Su creencia en la creación y en la grandeza del ser humano la convencieron de que "así debe ser".  Su inquietud desde niña la cubrió de observación. No sabía dónde vendían zapatos ni dónde su madre compraba el pan, pero recordaba cada facción que hacían del dueño de la zapatería y del de la panadería, seres únicos e irrepetibles.
Se detuvo horas de un reloj a apreciar los gestos, los ojos de sus maestros, el cabello de sus amigos, las sonrisas de sus seres queridos, las manos de sus abuelos.
Creció creyendo que aún ni en los gemelos podría encontrar igualdad infinita.  Observando el cielo y un tiempo después, Laura descubrió que existe el Alma, y que al ser todos uno, lo que nos diferencia es sólo el envase.  Sus largas horas en soledad, de café en café observando la gente pasar, y el Cielo haciendo sombra sobre su propio rostro, le darían la certeza necesaria para su gran descubrimiento.  Parecidos, semejantes, ¿iguales?, homogéneos, diferentes…  Buscó muchos adjetivos para encontrar las respuestas a sus mil preguntas – muchas de las cuales siguen sin respuestas.
Todavía ella sigue mirando las Almas pasar, sonriendo a cada rostro único que las reflejan.



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